24 de Mayo
La edila Mariela Cabreros en la sesión del 24 de mayo plantea que este 25 de mayo representa una nueva etapa, un nuevo comienzo emancipatorio

Estamos en vísperas del 25 de mayo, otro 25 de mayo, otro y profundamente diferente a los anteriores, porque sin dudas vivimos hoy, aquí y ahora, un nuevo comienzo emancipatorio.
Por estos días los medios nos sorprenden con informaciones sobre diferentes acontecimientos en Suramérica que nos involucran directamente, y nos obligan a revisar los hechos acaecidos en nuestros cortos 202 años, y a sacar conclusiones para responder a las preguntas de nuestros hijos en la mesa familiar. Digámosle entonces que: Vivimos en un mundo no de países, sino de regiones.
En términos generales, las integraciones regionales son consideradas agrupamientos, más o menos formalizados en el plano institucional, de varios Estados que pertenecen a un área geográfica delimitada, con objetivos de cooperación económica y política a largo plazo. Se desarrollan en el marco del proceso de globalización actual, en el que se destacan, entre otros los siguientes rasgos: el creciente volumen e intensidad del tráfico, la comunicación y los intercambios más allá de las fronteras nacionales, la técnica de satélites, la navegación aérea y la comunicación digital que crean redes más amplias y densas; el rápido incremento tanto en número como en influencia, de las empresas con cadenas de producción repartidas por todo el mundo, así como el aumento de las inversiones directas en el extranjero; la aceleración del movimiento de capitales en los mercados financieros conectados.
Desde una perspectiva histórica se ha señalado que en la situación de una economía-mundo planetaria, las integraciones regionales son los nuevos espacios que aseguran el dinamismo económico, lo que deriva del desarrollo actual del capitalismo para el que los Estados-Nación, con sus mercados interiores clausurados por fronteras, constituyen un obstáculo.
Se pueden reconocer, diferentes niveles de regionalización en el mundo: regiones centrales, que están estructuradas y permiten a sus miembros influir en la escena mundial; regiones intermedias, que intentan competir con las regiones centrales en dicha escena, y regiones periféricas, en las que las situaciones políticas y económicas son frágiles. En ese sentido a las regiones periféricas se les plantea al viejo problema histórico: cómo alcanzar su desarrollo en un mundo global para no quedar atrapado en el sistema de relaciones, articulado en su beneficio, por los intereses y potencias dominantes.
Una de las respuestas es fortalecer los vínculos interiores y alcanzar un grado de estabilidad que les permita posicionarse en el espacio planetario. Por ello Unasur busca construir una región articulada políticamente que desarrolle prácticas de participación y una nueva ciudadanía, generadoras de lazos interiores solidarios.
La construcción urgente, de un imaginario colectivo que movilice las pasiones políticas fraternas deviene central para enfrentar externa e internamente las asimetrías, exclusiones, en la seguridad de que la integración y la unión suramericana son necesarias para avanzar en el desarrollo sostenible y el bienestar de nuestros pueblos, así como para contribuir a resolver los problemas que afectan a la región como son la pobreza, la exclusión y la desigualdad social persistentes.
La política democrática no puede limitarse a establecer compromisos entre intereses y valores, o a la deliberación sobre el bien común, necesita tener un influjo real en los deseos y necesidades de la gente.
Una alianza que es un proyecto de paz, de justicia social, de unión solidaria, de democracia participativa con y para las mayorías de nuestros países: y a la vez es un proyecto independentista guiado por liderazgos legítimos de los humildes de hoy, es claramente un nuevo comienzo emancipatorio.
Y aquí permítanme una reflexión, se hace imprescindible para crecer en este promisorio momento histórico asentar nuestro reconocimiento ante nuestros antepasados que dieron su vida para que hoy podamos comprometernos con este esperanzado tiempo histórico, porque ha habido masacres de nuestros líderes, políticas de escarmiento, para que nunca más se levanten los pueblos contra los imperios.
Es saludable estar trabajando por la unidad de Suramérica, pero hay que estar atentos, Los imperios nunca han querido la unidad de Suramérica. Y hoy, además un imperio nos amenaza directamente con ojivas nucleares en nuestras aguas.
Algo que no podemos vender, ni alquilar, ni prestar es la dignidad y la soberanía de nuestras naciones, con el pretexto de alguna cooperación de lucha contra el terrorismo o contra el narcotráfico, ni con ningún otro.
La Argentina, en los últimos tiempos, en parte por la designación como secretario general de Unasur, del entonces presidente Néstor Kirchner, cargo que ocupó hasta su muerte, y por otras múltiples y extensas razones, ha colocado en la agenda pública la relevancia de nuestra comprometida pertenencia a la región. En días en que terminan de definirse instrumentos más efectivos de integración regional como el Banco del Sur y proyectos culturales como Telesur, debemos destacar también la creación en Buenos Aires, luego de los festejos del Bicentenario, de la Casa Patria Grande “Presidente Néstor Carlos Kirchner” donde se tratan temas vinculados a la integración regional.
Todo esto, que es de vital importancia para nuestro futuro como región, como país, como ciudadanos, será posible con unión, porque sólo la unión, nos dejará en condiciones, “Seguramente -como escribía Bolívar- a iniciar la obra de nuestra regeneración”, por eso vuelvo a decir que este 25 de mayo señala un nuevo tiempo, un nuevo comienzo, la regeneración de la emancipación de Suramérica en unión y en paz. Celebremos este tiempo, estar aquí, y ser la generación responsable de esta hora histórica.